Un par de tipos echando una cabezada en los bancos de un parque, en Nueva York. Hace más de un siglo. ¿Quiénes serían? ¿Alguien los recuerda ahora? ¿Eran amigos, o tan solo compinches ocasionales de una improvisada siesta? ¿Trabajaban en los ferrocarriles, en los telégrafos, en una licorería? ¿Vivirían de la caridad, acaso? ¿Tendrían amantes? ¿Un chucho? ¿Gallinas? ¿Un hijo tuerto, tal vez, alguno de ellos, o un gusto desmedido por la ginebra? ¿Irían a misa los domingos? ¿Apostarían a los caballos? Quién sabe. Entran ganas de acercarse de puntillas y despertarles de golpe. Gastarles una buena broma. Ver sus expresiones de susto, medio atontados aún por el sueño.