Edad de merecer

Falta absoluta de perspectivas. Alquileres imposibles. Amigos en el paro, o hartos, medio locos. Sueldos de risa. Dar tumbos, parando ahora aquí ahora allá. A ver qué sale. El cuerpo como agarrotado. Horas muertas. Angustia. Facturas y reclamaciones encima de la mesa. Relaciones estancadas, sin chispa, a las que se agarra uno como a una tabla de salvación por miedo a quedarse solo. Padres repentinamente envejecidos. Rutinas. Batallas sin épica, por llegar a fin de mes. Nada estable, nada seguro. Pero tampoco nada abierto, libre, fecundo. Decididamente hermoso.

En edad de merecer, lo único que no nos merecíamos era esto.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s