Qué país más raro. Conozco a un montón de hijos de perdedores de la guerra civil. Gente que las pasó canutas. Vivieron en el miedo y andan instalados todavía en él. Los prejuicios azuzados durante tanto tiempo por el franquismo y una pasmosa falta de cultura los vuelven especialmente vulnerables a los discursos más rancios. Ahora, en la senectud, ¿podéis creedme?, votan a los hijos y a los nietos de los vencedores.