Tengo un amigo que aprueba y admira el método científico, pero no confía mucho en los médicos. Y menos ahora, tras los recortes y el progresivo desmantelamiento la sanidad pública y la maraña de intereses que se sabe condicionan las inversiones y las prácticas de la industria farmacéutica. Cree, de hecho, que la ciencia anda todavía en pañales y que todo lo compartimenta por rutina metodológica. Mi amigo hecha en falta, en general, una actitud más humana y una comprensión más cabal e integradora de la vida, pero lo que ha visto de gurús, sanadores cuánticos y demás le ha puesto los pelos de punta. Desconfía también, y mucho, de la pujante industria homeopática y del uso de cuarzos, turquesas o rubíes para regular la energía de los chakras.
Total. Que para evitar contratiempos, mi amigo ha decidido no enfermar nunca.