Lady sings the blues

«Trato de improvisar, como Lester Young. Lo que sale es lo que siento. Odio las canciones en línea recta. Tengo que cambiar los tonos y ajustarlos a mi propia manera de entender la música.» La vida de Billy Holiday fue una sucesión infinita de crueldades, audacias, golpes de (mala) suerte y humillaciones. Con diez años, fregaba suelos en un prostíbulo: la música que escuchó en el jukebox le marcaría para siempre. Quiso compartir su desgarro y supo extraer belleza y luminosidad a pesar del racismo, las persecuciones policiales, su adicción a la heroína y un triste talento para enamorarse de mafiosos, tipos egoístas y maltratadores natos. Cantó y cantó con una sensibilidad única para el fraseo, una hondura sincera, desesperada, una emoción siempre al filo, entre lo mágico y lo hiriente.

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