Fe

La fe mueve montículos. Peñascos, como mucho. Pero lo que son montañas, ya os digo yo que no. Hace tiempo que quiero traerme el Montserrat a mi barrio, para tener buenas vistas. Tenía previsto ponerlo aquí, justo aquí, y ventilarme de paso esos edificios tan horrorosos. La idea era buena, y fe le he puesto toda del mundo. Sin escatimar ni una pizca. De hecho, durante seis años no he hecho prácticamente otra cosa: han sido años de rezos y ayunos, de piadosas oraciones, de una confianza y una ilusión inquebrantables. ¿Y para qué?

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