Ya lo decía yo: un tío puede trabajar en la administración, casarse y tener hijos, y aún así tener el 90 % del cerebro dañado. Personalmente, no me extraña en absoluto. Aquí contamos el caso de un francés, pero sospecho que un ojo malicioso descubriría historias similares a patadas. Atención a ese enlace que sugiere algo muy bonito: que la conciencia podría no ser más que la frecuencia rítmica de nuestro circuito neuronal.