De los seres humanos aprecio un montón de cosas. Su misantropía, su gusto por dormir a pierna suelta, su infancia (su infancia es muy chula), su capacidad para dejar las cosas como están. También me gustan cuando hacen tai chi en la plaza, cuando tropiezan, resbalan o hacen el ridículo (se ponen encantadores) o cuando fuman opio.