Voy tan liado que el blog avanza a trompicones. El día no tiene horas suficientes y no encuentro el rato de sentarme frente al ordenador, con los dedos juguetones y la mente despejada. Y hacer lo que más me gusta: cambiar el orden de las frases, buscar un adjetivo, un tema del que hablar… Aunque, seamos francos, todavía no he encontrado ninguno. Tengo la impresión de estar divagando, escribiendo como llevado por la chispa o la ocurrencia. La verdad es que es una tarea bastante solitaria. Estáis los diez amigos de siempre, y algunos (muy pocos) que han acabado por aquí y sois muy bienvenidos. Sin vosotros esto sería tristísimo.
Un amigo curioso me preguntaba el otro día si esto del blog me estaba sirviendo de algo y si tenía algún post con un buen número de visitas. Un hit. Y sí, tengo uno, un post que cobró vida propia. Fue muy grato verlo solo, volar por Bolivia, México, Estados Unidos, ser compartido por tanta y tanta gente que (ay) luego no pasó más por aquí ni dio nunca señales de vida. Sin embargo, ahí está, mi gran éxito. Lo recupero hoy, para darle un poco de lustre. Estoy hablando de Hacerse menor.
Hay temporadas en las que todo se junta: trabajo, cansancio, pocas ganas de seguir… Pero a los que pasamos por aquí nos gusta leerte, así que no dejes de escribir, aunque sea muy de vez en cuando 😉 (retuiteo el hit, a ver si inicia otro largo viaje). Saludos
Gracias superviviente! Yo me conformaría con poder dormir mis horas. Pero prometo no desfallecer e ir dejando mis cosillas por el blog. Un saludo!