Un estudio de la Universidad de Rutgers revela que no distinguimos ya las obras de arte generadas por ordenador, a partir de algoritmos, de las nacidas de la inspiración y la creatividad humanas. No solo eso, sino que nos molan más (¿nos provocan una experiencia estética más compleja o conmovedora?). En fin. No sé qué pensáis vosotros, pero yo me callo por ahora, que estoy lleno de bilis.